Miercoles 20
Después de desayunar y bañarnos, seguimos rumbo al sur, pues queremos darle vuelta a la reserva de Tongariro, donde hay 3 volcanes activos. En vista del clima lluvioso que tiene este país, hay veces que haces coraje de imaginarte la hermosa montaña que está del otro lado de la lluvia y de las nubes. Al menos el volcán desolado salió un par de minutos para que lo viéramos. Sin embargo, al dar la vuelta para recorrer Desert Road, todo cambia de pronto.
El bosque termina y es seguido por una inmensa llanura que ha sido tantas veces cubierta de cenizas, que sólo crecen matas de pasto como del Popocatépetl, en una zona que está reservada para el entrenamiento del ejército de Su Majestad. Paramos a comer en un mirador al lado de la carretera. Del lado izquierdo, el volcán enmedio de una tormenta donde las nubes pelean con la roca metiéndose por las cañadas donde se pueden ver capas de agua cayendo. El sol brilla en el fondo y rayos de luz se filtran enmedio del fin del mundo. Entre nosotros y el volcán, un valle gigantesco que escala hacia donde estamos comiendo mientras el camper es agitado por ráfagas de aire. Arriba, termina la zona de presión y se hace un turbulento litoral de nubes. Del otro lado, un cielo azul brillante, sin nubes.
Seguimos por la carretera donde vuelve a aplicarse el adjetivo “dramático”, pues es atravesada por ríos y cascadas enmedio de los depósitos de arena volcánica que se acumulan tras los años. Seguimos avanzando hasta llegar al lago Taupo, nacido en el cráter de un volcán que explotó en una erupción 100 veces más grande que Krakatoa. Atravesamos la pequeña ciudad y llegamos a Huka Falls, donde nace el río Wainosequeé. Saliendo del lago, las aguas se encajonan en un pequeño cajón de piedra, aumentando su presión de forma imponente y haciendo una inmensa licuadora donde en definitiva, uno no quisiera caerse. El color del agua es azul turquesa, limpio y frío.
Ese día acampamos en una granja, en un lugar donde al abrir las puertas del camper, nos encontrábamos con el río que 200 metros abajo se traga el agua en un remolino destructivo. Cena de salmón y vino blanco. Sin duda, el mejor lugar donde nos quedamos en el camper.
El bosque termina y es seguido por una inmensa llanura que ha sido tantas veces cubierta de cenizas, que sólo crecen matas de pasto como del Popocatépetl, en una zona que está reservada para el entrenamiento del ejército de Su Majestad. Paramos a comer en un mirador al lado de la carretera. Del lado izquierdo, el volcán enmedio de una tormenta donde las nubes pelean con la roca metiéndose por las cañadas donde se pueden ver capas de agua cayendo. El sol brilla en el fondo y rayos de luz se filtran enmedio del fin del mundo. Entre nosotros y el volcán, un valle gigantesco que escala hacia donde estamos comiendo mientras el camper es agitado por ráfagas de aire. Arriba, termina la zona de presión y se hace un turbulento litoral de nubes. Del otro lado, un cielo azul brillante, sin nubes.
Seguimos por la carretera donde vuelve a aplicarse el adjetivo “dramático”, pues es atravesada por ríos y cascadas enmedio de los depósitos de arena volcánica que se acumulan tras los años. Seguimos avanzando hasta llegar al lago Taupo, nacido en el cráter de un volcán que explotó en una erupción 100 veces más grande que Krakatoa. Atravesamos la pequeña ciudad y llegamos a Huka Falls, donde nace el río Wainosequeé. Saliendo del lago, las aguas se encajonan en un pequeño cajón de piedra, aumentando su presión de forma imponente y haciendo una inmensa licuadora donde en definitiva, uno no quisiera caerse. El color del agua es azul turquesa, limpio y frío.
Ese día acampamos en una granja, en un lugar donde al abrir las puertas del camper, nos encontrábamos con el río que 200 metros abajo se traga el agua en un remolino destructivo. Cena de salmón y vino blanco. Sin duda, el mejor lugar donde nos quedamos en el camper.
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